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sábado, 5 de mayo de 2012

¡Atención! Se hace saber que la democracia está en juego


Atención, atención. Se pone en conocimiento:
Que un gobierno que criminaliza a los ciudadanos y recorta su bienestar está poniendo en peligro las bases fundamentales para una democracia digna de tal nombre. El malestar social ante una situación de crisis profunda, tanto a nivel económico como político, se viene expresando principalmente a través de la Red y en las calles. Es por ello que ambos espacios deben ser respetados por los poderes del Estado o de lo contrario, caer en una deriva autoritaria que nada tiene que ver con los deseos de mayor y mejor democracia que reclama la mayoría social.
Que los derechos de expresión, reunión y manifestación son derechos básicos para el ejercicio de la democracia: el derecho a disentir de las leyes en vigor y mostrarlo públicamente. Cuando las leyes van claramente en contra de los intereses generales y se aprueban amnistías fiscales para los defraudadores, es responsabilidad de los ciudadanos ejercer sus derechos políticos para garantizar el bienestar social y la igualdad ante la ley. No es de justicia, ni en letra ni en espíritu, que un gobierno que se haga llamar democrático prohíba o reprima manifestaciones pacíficas.
Que los derechos de expresión, reunión y manifestación fueron los primeros conseguidos contra el absolutismo real, antes incluso del voto universal y que de hecho fueron fundamentales para avanzar en la construcción de sociedades más justas y democráticas. Son los llamados derechos civiles, la piedra de toque de todo régimen no autoritario.
Que a lo largo de la historia, desde la independencia de la India al movimiento de los derechos civiles de EEUU, desde la caída del muro de Berlín a la plaza Tahrir, la toma pacífica de las calles ha sido una herramienta fundamental para visibilizar la postura de la sociedad. Tomar las calles es la manera que tiene la gente normal para mostrar su fuerza. La violencia ordenada contra las protestas sociales no hace más que causar perjuicios y retrasar lo inevitable.
Que aquellos que ven la toma pacífica de la calle como una amenaza al régimen parlamentario, deberían trabajar por una ley electoral en la que cada voto valga lo mismo, luchar contra la corrupción o rescatar a los ciudadanos en vez de a los bancos. Parecen no enterarse de que no está en su mano permitir que la gente recupere el espacio público. No entienden que los derechos civiles están incluidos en el “pack democracia”.
Que acusar a manifestantes pacíficos de “poner en peligro la democracia que tanto ha costado” sólo se puede llamar chantaje. La democracia siempre es mejorable y, tal y como demuestra la historia, dichas mejoras tienen que ver con la aparición de amplios movimientos ciudadanos. Lo que resulta evidente en otros contextos, las alabanzas a la valentía de los hombres y mujeres de la plaza Tahrir, por ejemplo, es visto en el propio país como inadmisible. Esta doble moral es deleznable. La calidad de una democracia es directamente proporcional a la capacidad de movilización de las personas de a pie.

Que la democracia es el ejercicio consciente de la responsabilidad para ocuparse de los asuntos públicos y que no se ha hecho otra cosa en plazas y acampadas. Que los gobernantes no pueden basar la legitimidad de sus decisiones en un sistema democrático y luego negar derechos fundamentales. Que no se pueden negar y reprimir manifestaciones pacíficas y al mismo tiempo seguir diciendo que vivimos en un régimen democrático. La democracia es muchos más que las elecciones. Cuando los políticos gobiernan para recortar y atemorizar la democracia está en juego.
Que entre el 12 y 15 de mayo, cientos de miles de personas volveremos a salir de forma pacífica para gritar que estamos hartos de que los intereses financieros estén por encima de la gente. Aunque esta vez con la certeza de que los gobernantes no harán nada para cambiarlo. Las plazas se convertirán de nuevo en lugares de encuentro donde circule la palabra. Pero ahora con la premonición de que ganar no consiste en conseguir que nos hagan caso, sino en pensar que las cosas pueden ser de otra manera si entre todos y todas empezamos a hacerlo posible con la cabeza y con las manos.

Fuente:
madrilonia.org

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